Otoñales
Desde que tengo conciencia del perfume como objeto de arte, nunca he sido partidaria de su estacionalidad (o de su demarcación en cuanto a género, pero esto es otro tema que daría que hablar y mucho marketing que explicar). Me fascina la manera en la cual la naturaleza se estiliza con cada cambio de estación, haciéndonos participes en primera fila a sus desfiles haute couture. Al igual que me embruja una buena fragancia, equilibrada y pensada para encajar con la idea detrás de su composición. Una fragancia que no crea fronteras, si no emociones y da color a cualquier estado de ánimo. Pueden ser cítricos en medio del invierno o especiados en pleno verano. Nuestras opciones son ilimitadas, solamente nos tenemos dejar llevar por el impulso del momento, sin estímulos externos. Estas han sido las opciones de mi voz interior, entre muchas otras.
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Conectados a través de sus resinas, Ruby Wood y St. Paul encajan perfectamente en el paisaje otoñal.
Ruby Wood es una rosa caramelizada con facetas de frutos rojos, en una interesante combinación con resinas cálidas, que juegan alrededor de un velo de oscuridad verde, brillante y ligeramente metálico. La rosa es dulce, vivaz y juguetona. Su dulzura se intensifica con gotas de caramelo, frambuesa picante y cardamomo picante, y se sustenta en una notoria oscuridad creada por la presencia del ládano que, combinado con pachulí y café, proporciona una calidad tanina leñosa, terrosa, resinosa e intensa que atraviesa la acritud cítrica de la rosa vertiéndose en el aroma trufado del vino tinto envejecido.
Los aspectos ahumados en la apertura, que recuerdan al incienso se unen al amargor cálido y aromático de la mirra y dan la impresión de agujas de pino ahumadas en su habitat natural.
El secado está casi completamente monopolizado por el ládano confitado con motas rosadas e infundidas en la cremosa madera de sándalo ligeramente amarga.
St. Paul tiene un olor casi eclesiástico. Es el último paso antes de entrar a la catedral y el primero al estar dentro. El ambiente exterior está dominado por una dulzura floral-frutal añejada en especias, polvo y nubes de hierbas. El interior es cálido, ambarino-resinoso, aromático, terroso con un etéreo lado amaderado: olibanum incrustado en las paredes de piedra y bancos que han absorbido en silencio el humo durante siglos.
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Oscuro. Un cuento de amantes que narra la historia de un Caballero, con un corazón de hielo protegido por una armadura de acero, que cae rendido entre los brazos del amor. Un caballero, un hombre duro, un guerrero, un asesino, cuyo corazón está lleno de amor y cuya mente demasiado temerosa para mostrar esta debilidad. Una gran dosis de vetiver, como un aliento agudo y amargo, penetra el aire con su "masculinidad" montada en una silla sudada. Dominante. Ahumado. Su madera se impone al cuero en murmullos animálicos. El amor encontró la manera de meterse debajo de su piel y atravesarle el corazón, subiendo escaleras esparcidas con irises y rosas. Está perdido en un cielo que quema como infierno su frío corazón. Hermosa versión del vetiver en la única manera de Francesca. The Black Knight.
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Led IV es inspirada en Going to California de Led Zeppelin, particularmente en los versos: “It seems that the wrath of the Gods got a punch on the nose and it started to flow; I think I might be sinking…Throw me a line if I reach it in time, I’ll meet you up there where the path runs straight and high”.
("Parece como si la cólera de los dioses le asestaran un puñetazo en las narices
y se hubiese desatado.
Creo que estamos cayendo.
Échame una cuerda. Si la cojo a tiempo, te encontraré allá arriba donde la senda
se torna recta y elevada.")
La esencia de Led IV es el pachulí. Las cualidades arómaticas de la artemisia contasta, con su lado herbal/amargo, las tonalidades terrosas, ligeramente ahumadas del pachulí. Junto a las resinas da la misma sensación de sequedad que L'Air du Desert Marocain e Incense Rose de Andy Tauer, solo que Led IV es mas sensible, menos imponente, mas calmado. Como un desierto al amanecer, entre oasis y palmeras, justo en la salida de una ciudad de piedra atravesada por un mercado de especias.
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La capa de flores blancas indefinidas, encabezada por nardos (vierges) se encuentra entre el torero (el vetiver demasiado terroso) y el toro (costus).
La mezcla está muy bien definida, pero no se adapta a la imagen que se le da a la fragancia. No hay toreros, ni vírgenes, ni bustos desnudos frente al toro, solo hay un monstruo enviado a Minos para ser sacrificado en un laberinto sin salida. Y puedo sentir su dolor.
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Stash de Sarah Jessica Parker. La clara evidencia de que se pueden crear perfumes (¡encima a manos de una celebridad!) de calidad nicho a precios muy asequibles.
Las multicapas de Narcis sorprenden a medida que despliegan lentamente su simple complejidad en las carnes de su portador... como una canción o una historia para escuchar repetidamente, sin aburrimiento.
Aura de Thierry Mugler, Amber Elixir Night para Oriflame, Ámbar para Jesus del Pozo, Splendid Wood para Yves Saint Laurent, Mandarine Basilic de Aqua Alegoria Guerlain, entre muchos otros, han salido de sus manos, definiendo el estilo de Marie como el perfecto balance de contrastes, entre tonalidades frias y cálidas.
Este particular estilo se ve claramente reflejado en Alaïa, que combina, por un lado, la picardía de la pimienta rosa con notas aeradas ambiguamente definidas como "aire de montaña" y florales crujientes (fresia y peonia) con un dulce frescor que resalta por su carácter puznante y citríco, y por el otro lado, almizcle con tonalidades herbales y animalicas complementado con un acorde de ante. Húmedo y árido, frio y caliente, fresco y seco, han fusionado para hacer realidad lo que Azzedine Alaïa soñó "como un arqueólogo sueña con esculturas de la antigüedad que yacen en el fondo del mar durante milenios, esculturas de cuerpos perfectos, solo igualados por las mujeres de hoy: una belleza ideal y atemporal."
Magnífica entrada, Ana, magnífica.
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