Le Parfum de Thérèse
Edmond et Thérèse. Una historia grabada en de los acordes de un perfume que une ambos nombres y los ancla en la línea de perfumería de autor de Frédéric Malle. Le Parfum de Thérèse es mayúsculo. Su grandeza, sinónimo de la complejidad de la composición, es reflejo del genio de Roudnitska.
Su impecable manejo de los aldehídos, las flores y las especias se debe al interés que éste siempre ha mostrado para las flores y las plantas, estudiando de cerca en su magnífico jardin. La facilidad del perfumista para fundir elementos fluidos (aldehídos, plantas, cítricos, florales) con otros pesados (especias, maderas), sin alterar el balance de la fórmula, demuestran la maestría adquirida con el paso del tiempo, dejándonos como testigos a Femme de Rochas -la fragancia de las segundas intenciones-, Diorama Dior -su primer estudio en iris, violetas, jazmín y maderas-, Diorissimo Dior -consolidando la consabida condición virginal del lirio del valle-, Diorella Dior -representando la corrosión del acorde floral por frutas maduras (haciendo uso del mismo acorde de melón que ha creado especialmente para el perfume personal de su mujer, Thérèse) y astringencia vegetal y su inminente entierro entre maderas sudadas-.
(Le Parfum de Thérèse), antes de pertenecernos, era suyo y solamente suyo, de Thérèse. Un secreto a voces.
Roudnitska ha insuflado vida a los aldehídos fusionándolos con la dulce jugosidad del melón y del acorde de ciruela, -creando una sensación de frescura ligera, natural, acuática y afrutada-, con flores en plena madurez, envueltas en indoles y con verde crudo y aromático. Le Parfum de Thérèse se vuelve árida pasado tiempo y se enraíza en tierra, devolviéndole la humedad que le ha robado al nacer.
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