Gaea de Centauri, Madre Tierra


  Algún día, después de que el Caos se abrió de par en par.

 -  ¿Madre?

 Sus ojos oscuros midieron la última esperanza que tenía: Chromos, su hijo menor. Tenía que aceptar su plan. Había pasado por lo peor para eliberarlo. Oh, él ama el poder, y el poder le corresponde.

 - Mi querido hijo, acércate. Su mano se encontró con la de el en una frialdad familiar. El dolor que atraversaba su cuerpo era insoportable. - Necesito que hagas algo por mí. Por todos nosotros.

 - ¡Por el todopoderoso Urano, haría cualquier cosa por ti, madre!

  Un momento de silencio se apoderó de sus pensamientos. ¿Cómo se lo digo?  Directamente. Ya no es un niño, es un hombre que pronto gobernará sobre el mundo entero.

 - Necesitamos... deshacernos de tu padre.

 Su expresión paso de alegria a perplejidad.

 - Estamos condenados a una vida encadenada mientras Urano tenga el poder. Lo sabes de sobra. Tus hermanos están atormentados, dice, mirando su vientre hinchado, y yo no puedo soportar más dolor del que ya aguanto.

 Chromos estaba confundido.

 ¿Se atrevería a exponerme a Urano? Sabe lo que es mejor para él.

 - Bien.  Lo haré.  Dime cómo.

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Estatua de la Diosa Milenaria Gaia Madre Tierra de Oberon Zell 7

 Gaia (Gaea), hija del Caos, divinidad primordial de la mitología griega. Madre de todos. Creadora de la Tierra y del Universo.

 Creó a Urano - el cielo, Ponto - el mar y Ourea - las montañas.

 Urano comenzó a reinar sobre la Tierra y gobernó a Gaia con quien tuvo innumerables hijos: Titanes, Gigantes y Hecacatonchires. Temeroso de que sus descendientes lo destronaran, Urano atrapó a todos sus poderosos hijos dentro de Gaia, causándole un inmenso dolor. Después de años de tiranía y agonía, Gaia liberó a Chromos, su hijo menor, y trazó un plan contra Urano. Después de que Chromos castrase a su padre con una hoz de piedra hecha por Gaia y arrojase sus genitales al océano - no antes de que Urano lo maldijera con la misma fe que él: morir por las manos de sus descendientes - se apoderó del mundo, con la Diosa Rae a su lado.  Temiendo que las palabras de su padre se hagan realidad, Chromos se traga a todos los niños de los que Rae da a luz, excepto Zeus, que por la misericordia de Rae crece en la tierra hasta la edad adulta, cuando decide levantarse contra su padre, engañando a Chromos para que tome un néctar milagroso que lo hace regurgitar sus  otros hijos. Gaia conspira contra Zeus instigando un enfrentamiento entre dioses y titanes.

  Junto a sus hermanos, Zeus luchó contra Chromos y los Titanes en una guerra de diez años, conocida como Titanomachy, que ganó. Gaia se rinde finalmente a la paz y al nuevo orden cósmico proporcionado por los olímpicos y con el tiempo gana el culto y la admiración de la gente.  
Diosa Madre, Madre Tierra, Terra. Creadora de todo.
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 Algún día en una primavera de los 80.

 - ¡Abuela!  ¡Abuela!

 La sonrisa en su cara anticipó la pequeña figura de su nieta entrando por la gran puerta verde. Abuela, aquí estás! Agarró el cuello de su abuela en un cálido abrazo. Nana amaba a su chica más que nadie en el mundo. Ella era la luz de sus ojos.

 - ¿Dónde has estado?

 - En el jardín.

 Esos pequeños pies recubiertos en barro la habían delatado de todos modos.

 - ¿Has molestado a las abejas otra vez?  Espero que no, ya lo hemos hablado.

 - No abuela, no lo he hecho. ¿Recuerdas la historia que me contaste anoche?

 - ¿La de Gaea?

 - Si. Fui a buscarla. Para hablar con ella.

 - ¿Hablar con ella? ¡Oh, dulce niña, temo que Gaea está demasiado ocupada para hablar con nosotros!

 - Pero ella me habló! Y no solo eso, tomó mi mano entre las suyas y me mostró quién es realmente ella. Primero, me llevó donde están las colmenas.

 - Espero que no te ha vuelto a picar ninguna abeja, cariño.

 - No, abuela, no te preocupes. Gaea me mostró cómo tratar a las abejas. Aprendí a ser gentil y a mostrarles amor, y me dejaron probar su miel, la miel pura, con su dulzor y aroma de té de hierbas.  Luego me llevó a través del jardín para oler las flores: nardo, lavanda, rosas suaves y heliotropo. Pisé la tierra húmeda, lo siento, prometo que me limpiaré los pies. Gaea también me ayudó a subir al manzano para ver su cielo azul.

 - ¡Podrías haberte hecho daño!

 - No, abuela, Gaea tuvo mi mano todo el tiempo. Ella nos cuida, ¿sabes? Ahora, ¿puedo terminar mi historia, por favor?

 - Sí, por supuesto. Lo siento, cariño, solo me preocupa que puedas caer y hacerte daño.

 - Pero no me ha pasado nada. Gaea me presentó todos los árboles del huerto. Me complació mucho comer una manzana verde y un albaricoque que me regalaron con sus ramas. Por último, me dijo que me acostase en el suelo, al lado de donde crecen las deliciosas fresas del abuelo, y sentir su pulso. ¡Y lo sentí, abuela! Sentí su corazón latir, su amor infinito hacia nosotros.

 La abuela tomó sus manos y les dio un beso. Una ola de aroma floral amielada y tierra fresca le cubrió las fosas nasales. Las tonalidades vegetales y mentoladas se mezclan con esas manos diminutas que habían jugado con plastilina. Sutiles toques del verdor de una manzana y la dulce jugosidad de la fresa madura enriquecían la experiencia.

 - Esta es Gea, cariño. Madre Tierra, Madre de todos. Nuestra madre.


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