gritos silenciados

 Sheldrake da la vuelta a cualquier otro perfumer cuyo trabajo he conocido. Ninguna otra nariz me ha dejado mas cautivada, emocionada y mas consciente de lo representa el perfume en mi vida. El suyo debe de ser un talento innato - sabe que botones presionar para que cada nota encaje incluso donde no le corresponde y que lo haga en la justa medida. 

Desconozco que ha imaginado al crear Fleurs d'Oranger, pero su esencia deja libre la interpretación. Sheldrake siempre le ofrece protagonismo al perfume y no a su narrativa. 



Fleurs d'Oranger es sumamente íntimo, como gritos silenciados por ecos de éxtasis. Es el despertar de un día húmedo, a la sombra embriagante de naranjos y jazmines que, sudorosos de hacer el amor hasta el amanecer, abren sus capullos en flor al bañarlos el primer rayo de sol. Su carnalidad, extrañamente fría, es hipnótica y envolvente. 

Es una de aquellas fragancias que no se esconde, es evidente, y hace sonrojar.

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